"Vosotros sois como un edificio levantado sobre los fundamentos que son los Apóstoles y los Profetas, y Jesucristo mismo es la piedra principal" (Ef. 2, 20).
“La parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular (diócesis), cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo Diocesano, se encomienda a un párroco, como su pastor propio” (Código de Derecho Canónico, canon 515).
"Es el lugar donde todos fieles pueden reunirse para la celebración dominical de la Eucaristía. La parroquia inicia al pueblo cristiano en la expresión ordinaria de la vida litúrgica, la congrega en esta celebración, le enseña la doctrina salvífica de Cristo y la lleva a practicar la caridad del Señor en obras buenas y fraternas”. (Catecismo de la Iglesia Católica No. 2179).
"Después de la familia, la Parroquia es la primera escuela de fe, oración y educación moral” dijo en 1985 el Papa Juan Pablo II. La Parroquia tiene por vocación reunir a los fieles de un territorio, sin distinción de origen, status social o edad; no sólo por afinidades, sino en razón de la proximidad. Reúne a los hijos de Dios que fácilmente se podrían dispersar.
En verdad es digno y justo, equitativo y saludable,
el darte gracias en todo tiempo y lugar,
Señor santo, Padre omnipotente, Dios eterno.
Que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo,
eres un solo Dios, un solo Señor;
no en la unidad de una sola persona,
sino en la Trinidad de una sola substancia.
Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu gloria,
lo creemos también de tu Hijo, y del Espíritu Santo,
sin diferencia ni distinción.
Confesando una verdadera y eterna Divinidad,
adoramos la propiedad en las personas,
la unidad en la esencia y la igualdad en la Majestad.
La que alaban Ángeles y Arcángeles, Querubines y Serafines,
que no cesan de cantar a diario, diciendo a una voz:
¡Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los ejércitos!
Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria.
¡Hosanna en las alturas!
¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor!
¡Hosanna en las alturas!
Es la Parroquia, canónicamente hablando, el lugar donde el Cura ejerce las funciones de Pastor Espiritual con los fieles que la habitan; y el sacerdote constituido para proveer las necesidades espirituales de los fieles, se llama Cura Párroco, de las palabras latinas curator y Parochusque significan administrador o proveedor; proveedor o administrador de los bienes espirituales.
Es la Parroquia un centro de vida espiritual que la difunde por todos los ámbitos de la misma, pero para que la vida espiritual pueda difundirse y derramarse, precisa que los que la integran estén en comunicación con el centro, que es Cristo.
No es la Parroquia, como algunos creen, una oficina del estado, ni menos el Párroco un empleado fiscal; su misión es mucho más elevada, es de carácter espiritual.
No es el Párroco solo un hombre; el Párroco, dice un ilustre autor, desempeñando religiosamente las funciomes de su ministerio es la Religión misma personificada, que por él bautiza a un niño, consuela al anciano, santifica la unión conyugal, instruye al ingnorante, reprende los vicios, inspira el remordimiento. Deposita el cuerpo mortal en el sepulgro y encamina al alma hacia la mansión de la bienaventuranza.
Usando de la consabida expresión evangélica, es el párroco el Buen Pastor que cuida del rebaño espiritual que le ha sido confiado.
Jesucristo decía que conocía a sus ovejas y que sus ovejas le conocian a él; en este mutuo conocimiento y compenetración se forma la grandeza y prosperidad de las instituciones.
Los feligrese no solo deben asistir al Templo Parroquial, sino que, deben considerarlo como algo suyo, como cosa que les pertenece; la Parroquia es la casa de los feligreses y, como algo suyo deben mostrar interes por ella y espiritualmente estar unidos con ella.